Publio Cornelio Escipión, hijo del derrotado y muerto Publio, llegó a España en el otoño del año 210 con el cargo de procónsul; dedicó algún tiempo a la reorganización de Croquis del asalto de Escipión a Cartagena. Informándose de la dispersión de los ejércitos cartagineses, su alejamiento de Cartagena y la mala situación de la flota púnica decidió un atrevido plan, el de atacar la propia capital ( Cartagena ) supuestamente inexpugnable en una operación por sorpresa, largamente calculada sobre los informes recibidos de los prisioneros.
Favoreció sus planes el que solamente defendiesen la plaza mil soldados, apostados en la ciudadela, y que el resto de los defensores fueran menestrales y artesanos, poco efectivos en el manejo de las armas; acabó de decidirle la abundancia de rehenes, dinero y pertrechos que podía obtener si alcanzaba el éxito, mientras que, si fracasaba, la distancia a que se hallaban los ejércitos cartagineses le permitiría retirarse sin graves riesgos, aparte de que contaba con una bien equipada flota que podría permitir la evacuación en caso necesario. Según Livio, unos pescadores de Tarragona le documentaron sobre la existencia del estero o albufera y el mecanismo de comunicación con el mar, en relación con las mareas, así como de su carácter pantanoso y de la posibilidad de vadearlo en algunos puntos, especialmente al retirarse la marea a la caída de la tarde.
A principios de la primavera pasó el Ebro y dejando en la comarca a M. Silano con 3.000 infantes y 300 jinetes, se dirigió hacia el sur con 25.000 de a pie y 2.500 de a caballo, dando instrucciones a su amigo C. Laelio, jefe de la flota y único partícipe de los planes, mantenidos para todos en secreto, para que ajustase las singladuras de los barcos a la marcha del ejército de modo que se presentasen simultáneamente ante Cartagena. Polibio y Livio afirman que llegó en siete días ante los muros de Cartagena, que no pueden contarse partiendo desde el Ebro, lo que daría una jornada diaria de 70 kilómetros, que aun suponiendo que se anduviesen a marchas forzadas, resultarían etapas del doble de las militares habituales. De Sagunto a Cartagena hay unos 280 kilómetros, lo que daría 40 por jornada.